martes, 29 de octubre de 2024

La revolución mexicana

 

  • La Revolución Mexicana fue un conflicto armado que tuvo lugar en México entre 1910 y 1920.
  • Fue una revolución social y política que tuvo como objetivo transformar la sociedad mexicana de finales del siglo XIX, caracterizada por la inequidad social y la opresión política.
  • El conflicto armado se inició el 20 de noviembre de 1910, con el levantamiento del general Francisco I. Madero en la Ciudad de México contra el gobierno de Porfirio Díaz, y culminó el 21 de mayo de 1920, con la toma de la Ciudad de México por el general Álvaro Obregón.
  • Durante la Revolución Mexicana se sucedieron diversos episodios de violencia y guerrillas en todo el territorio nacional, que tuvieron como protagonistas a numerosos caudillos regionales y a los ejércitos federales y constitucionalistas.
  • La Revolución Mexicana fue causada por una combinación de factores políticos, sociales y económicos. Los factores políticos incluyeron el régimen represivo de Porfirio Díaz, la falta de democracia en México y el creciente descontento del pueblo mexicano.

    Los factores sociales incluyeron las malas condiciones de los campesinos y trabajadores, los altos niveles de desigualdad y el abuso de la población indígena.

  • Los factores económicos incluyeron la dependencia del país de la inversión extranjera, la falta de industrialización y la falta de oportunidades económicas.

  • La Revolución Mexicana fue liderada por una serie de figuras importantes, como Francisco Madero, Emiliano Zapata, Pancho Villa y Venustiano Carranza.

    Madero fue el principal instigador de la Revolución, Zapata dirigió el levantamiento campesino en el sur, Villa dirigió la guerra de guerrillas en el norte y Carranza fue el primer presidente del gobierno mexicano posrevolucionario.

  • La Revolución Mexicana resultó en el derrocamiento del régimen de Díaz, el establecimiento de un nuevo gobierno y el surgimiento de México como una nación moderna. La Revolución también tuvo una serie de importantes consecuencias sociales y económicas, incluida la redistribución de la tierra, la institución de reformas como la jornada laboral de 8 horas y el surgimiento de la clase trabajadora.



  • "No oyes ladrar los perros" Juan Rulfo

     —Tú que vas allá arriba, Ignacio, dime si no oyes alguna señal de

    algo o si ves alguna luz en alguna parte.

    —No se ve nada.

    —Ya debemos estar cerca.

    —Sí, pero no se oye nada.

    —Mira bien.

    —No se ve nada.

    —Pobre de ti, Ignacio.

    La sombra larga y negra de los hombres siguió moviéndose de

    arriba abajo, trepándose a las piedras, disminuyendo y creciendo según

    avanzaba por la orilla del arroyo. Era una sola sombra, tambaleante.

    La luna venía saliendo de la tierra, como una llamarada redonda.

    —Ya debemos estar llegando a ese pueblo, Ignacio. Tú que llevas

    las orejas de fuera, fíjate a ver si no oyes ladrar los perros. Acuérdate

    que nos dijeron que Tonaya estaba detrasito del monte. Y desde qué

    horas que hemos dejado el monte. Acuérdate, Ignacio.

    —Sí, pero no veo rastro de nada.

    —Me estoy cansando.

    —Bájame.

    El viejo se fue reculando hasta encontrarse con el paredón y se

    recargó allí, sin soltar la carga de sus hombros. Aunque se le doblaban

    las piernas, no quería sentarse, porque después no hubiera podido

    levantar el cuerpo de su hijo, al que allá atrás, horas antes, le habían

    ayudado a echárselo a la espalda. Y así lo había traído desde entonces.

    — ¿Cómo te sientes?

    —Mal.

    Hablaba poco. Cada vez menos. En ratos parecía dormir. En ratos

    parecía tener frío. Temblaba. Sabía cuándo le agarraba a su hijo el

    temblor por las sacudidas que le daba, y porque los pies se le encajaban

    en los ijares como espuelas. Luego las manos del hijo, que traía

    trabadas en su pescuezo, le zarandeaban la cabeza como si fuera una

    sonaja.

    Él apretaba los dientes para no morderse la lengua y cuando

    acababa aquello le preguntaba:

    — ¿Te duele mucho?

    —Algo —contestaba él.

    Primero le había dicho: «Apéame aquí... Déjame aquí... Vete tú

    solo. Yo te alcanzaré mañana o en cuanto me reponga un poco.» Se lo

    había dicho como cincuenta veces. Ahora ni siquiera eso decía.

    Allí estaba la luna. Enfrente de ellos. Una luna grande y colorada

    que les llenaba de luz los ojos y que estiraba y oscurecía más su sombra

    sobre la tierra.

    —No veo ya por dónde voy —decía él.

    Pero nadie le contestaba.

    El otro iba allá arriba, todo iluminado por la luna, con su cara

    descolorida, sin sangre, reflejando una luz opaca. Y él acá abajo.

    —¿Me oíste, Ignacio? Te digo que no veo bien. Y el otro se quedaba

    callado.

    Siguió caminando, a tropezones. Encogía el cuerpo y luego se

    enderezaba para volver a tropezar de nuevo.

    —Éste no es ningún camino. Nos dijeron que detrás del cerro

    estaba Tonaya. Ya hemos pasado el cerro. Y Tonaya no se ve, ni se oye

    ningún ruido que nos diga que está cerca. ¿Por qué no quieres decirme

    que ves, tú que vas allá arriba, Ignacio?

    —Bájame, padre.

    —¿Te sientes mal?

    —Sí.

    —Te llevaré a Tonaya a como dé lugar. Allí encontraré quien te

    cuide. Dicen que allí hay un doctor. Yo te llevaré con él. Te he traído

    cargando desde hace horas y no te dejaré tirado aquí para que acaben

    contigo quienes sean.

    Se tambaleó un poco. Dio dos o tres pasos de lado y volvió a

    enderezarse.

    —Te llevaré a Tonaya.

    —Bájame.

    Su voz se hizo quedita, apenas murmurada:

    —Quiero acostarme un rato.

    —Duérmete allí arriba. Al cabo te llevo bien agarrado.

    La luna iba subiendo, casi azul, sobre un cielo claro. La cara del

    viejo, mojada en sudor, se llenó de luz. Escondió los ojos para no mirar

    de frente, ya que no podía agachar la cabeza agarrotada entre las

    manos de su hijo.

    —Todo esto que hago, no lo hago por usted. Lo hago por su difunta

    madre. Porque usted fue su hijo. Por eso lo hago. Ella me reconvendría

    si yo lo hubiera dejado tirado allí, donde lo encontré, y no lo hubiera

    recogido para llevarlo a que lo curen, como estoy haciéndolo. Es ella la

    que me da ánimos, no usted. Comenzando porque a usted no le debo

    más que puras dificultades, puras mortificaciones, puras vergüenzas.

    Sudaba al hablar. Pero el viento de la noche le secaba el sudor. Y

    sobre el sudor seco, volvía a sudar.

    —Me derrengaré, pero llegaré con usted a Tonaya, para que le

    alivien esas heridas que le han hecho. Y estoy seguro de que, en cuanto

    se sienta usted bien, volverá a sus malos pasos. Eso ya no me importa.

    Con tal que se vaya lejos, donde yo no vuelva a saber de usted. Con tal

    de eso... Porque para mí usted ya no es mi hijo. He maldecido la sangre

    que usted tiene de mí. La parte que a mí me tocaba la he maldecido. He

    dicho: «¡Que se le pudra en los riñones la sangre que yo le di!» Lo dije

    desde que supe que usted andaba trajinando por los caminos, viviendo

    del robo y matando gente... Y gente buena. Y si no, allí está mi

    compadre Tranquilino. El que lo bautizó a usted. El que le dio su

    nombre. A él también le tocó la mala suerte de encontrarse con usted.

    Desde entonces dije: «Ése no puede ser mi hijo.»

    —Mira a ver si ya ves algo. O si oyes algo. Tú que puedes hacerlo

    desde allá arriba, porque yo me siento sordo.

    —No veo nada.

    —Peor para ti, Ignacio.

    —Tengo sed.

    —¡Aguántate! Ya debemos estar cerca. Lo que pasa es que ya es

    muy noche y han de haber apagado la luz en el pueblo. Pero al menos

    debías de oír si ladran los perros. Haz por oír.

    —Dame agua.

    —Aquí no hay agua. No hay más que piedras. Aguántate. Y aunque

    la hubiera, no te bajaría a tomar agua. Nadie me ayudaría a subirte otra

    vez y yo solo no puedo.

    —Tengo mucha sed y mucho sueño.

    —Me acuerdo cuando naciste. Así eras entonces. Despertabas con

    hambre y comías para volver a dormirte. Y tu madre te daba agua,

    porqué ya te habías acabado la leche de ella. No tenías llenadero. Y eras

    muy rabioso. Nunca pensé que con el tiempo se te fuera a subir aquella

    rabia a la cabeza... Pero así fue. Tu madre, que descanse en paz, quería

    que te criaras fuerte. Creía que cuando tú crecieras irías a ser su sostén.

    No te tuvo más que a ti. El otro hijo que iba a tener la mató. Y tú la

    hubieras matado otra vez si ella estuviera viva a estas alturas.

    Sintió que el hombre aquel que llevaba sobre sus hombros dejó de

    apretar las rodillas y comenzó a soltar los pies, balanceándolos de un

    lado para otro. Y le pareció que la cabeza, allá arriba, se sacudía como

    si sollozara.

    Sobre su cabello sintió que caían gruesas gotas, como de lágrimas.

    — ¿Lloras, Ignacio? Lo hace llorar a usted el recuerdo de su madre,

    ¿verdad? Pero nunca hizo usted nada por ella. Nos pagó siempre mal.

    Parece que, en lugar de cariño, le hubiéramos retacado el cuerpo de

    maldad. ¿Y ya ve? Ahora lo han herido. ¿Qué pasó con sus amigos? Los

    mataron a todos. Pero ellos no tenían a nadie. Ellos bien hubieran

    podido decir: «No tenemos a quién darle nuestra lástima.» ¿Pero usted,

    Ignacio?

    Allí estaba ya el pueblo. Vio brillar los tejados bajo la luz de la luna.

    Tuvo la impresión de que lo aplastaba el peso de su hijo al sentir que las

    corvas se le doblaban en el último esfuerzo. Al llegar al primer tejaban,

    se recostó sobre el pretil de la acera y soltó el cuerpo, flojo, como si lo

    hubieran descoyuntado.

    Destrabó difícilmente los dedos con que su hijo había venido

    sosteniéndose de su cuello y, al quedar libre, oyó cómo por todas partes

    ladraban los perros.

    — ¿Y tú no los oías, Ignacio? —dijo—. No me ayudaste ni siquiera

    con esta esperanza.

    Juan Rulfo, El llano en llamas, 1953

    martes, 10 de septiembre de 2024

    Poemas de Walt Whitman para la creación del caligrama

     

    Canto a mí mismo»

    Me celebro y me canto a mí mismo.
    Y lo que yo diga ahora de mí, lo digo de ti,
    porque lo que yo tengo lo tienes tú
    y cada átomo de mi cuerpo es tuyo también.
    Vago… e invito a vagar a mi alma.
    Vago y me tumbo a mi antojo sobre la tierra
    par ver cómo crece la hierba del estío.
    Mi lengua y cada molécula de mi sangre nacieron aquí,
    de esta tierra y de estos vientos.
    Me engendraron padres que nacieron aquí,
    de padres que engendraron otros padres que nacieron aquí,
    de padres hijos de esta tierra y de estos vientos también.





    martes, 20 de agosto de 2024

    Información sobre Vanguardias fuente:"Literatura del siglo XX" de Jorge Albistur

     El futurismo


    Aunque hoy aparece remoto y sin vigencia alguna fue el primer movimiento de vanguardia. Su conductor, el italiano Marinetti, recorrió buena parte de Europa y América haciendo oír su palabra profética, en la cual se encerraban las claves de una estética para los tiempos a venir. Creyó en el mito moderno, y ayudó a forjarlo. Decía: “Queremos cantar el amor del peligro, del hábito de la energía y la temeridad”. A la “inmovilidad pensativa, al éxtasis y el sueño”, opone el futurismo “el movimiento agresivo, el insomnio febril, el paso gimnástico, el salto peligroso, el puñetazo y la bofetada”. El nuevo gran valor es “la belleza de la velocidad” de modo que “un automóvil de carrera es más hermoso que la Victoria de Samotracia”. Estos despreciaban a los adoradores de la luna y glorificaban la guerra, llamándola “única higiene del mundo”. Con respecto a la tradición, especialmente en lo cultural, la posición es: “Lanzamos en Italia este manifiesto de violencia incendiaria y arrebatadora, basado en el cual fundamos hoy el futurismo, porque queremos librar a nuestro país de la gangrena de profesores, arqueólogos, cicerones y anticuarios”.

    Marinetti que había semi-elogiado al “music-hall” y el circo como únicos espectáculos tolerables, se lanzó también a la aventura de crear el “teatro sintético”: se trataba de obras de no más de diez minutos – no fuese cosa de perder el precioso tiempo del mundo de la velocidad – y en una de ellas el telón se levantaba apenas unos centímetros, de manera que el público sólo veía los pies de los actores.

    De todo esto queda hoy en día, dice de Torre, tan sólo el ademán en el aire. Queda además el “Manifiesto técnico de la literatura futurista”, de 1912, que avanza ya aventura de una “imaginación sin hilos” – o sea, sin los nexos del pensamiento lógico – y propone una manera de escribir que será de recibo en otras corrientes: “Es menester destruir la sintaxis, disponiendo los sustantivos al azar de su nacimiento”; el verbo, sólo en infinitivo, para que comunique “el sentido de continuidad de la vida”; prohibición de usar el adjetivo, porque el matiz presupone la pausa y la meditación; supresión de expresiones comparativas – “como”, “parecido a”, “similar a” – porque traban la “velocidad aérea”. Quedaba sancionado el uso de cuatro o cinco tintas diferentes, las líneas verticales, oblicuas o circulares, los paréntesis, las llaves y cualquier otro tipo de innovación tipológica.

    El expresionismo

    Esta corriente signó el panorama cultural de Alemania entre 1911 y 1933. Esta fecha final está indicando ya que los representantes de esta corriente no simpatizaban con el nacionalsocialismo: su llegada al poder marcó el fin de la vanguardia, cuyos artistas fueron perseguidos.

    El expresionismo nació, en principio, como manifestación de dos grupos de pintores: “El puente” y “El jinete azul”. Kandinsky y Klee representan ese máximo de intensidad del color que caracteriza a la corriente, y que reconoce su antecedente en las telas de Van Gogh. El expresionismo suele definirse en comparación con el impresionismo. Éste es, todavía, un arte figurativo: reproduce sensaciones ópticas, aunque la visión no tenga la nitidez propia del arte clásico. El expresionismo supone un paso más: se independiza de la realidad, y, si toma sus materiales, los convierte en sustancias animada, contorcida y patética. La intención es obtener de las cosas un grado máximo de “expresividad”.

    En el plano de la literatura, esta vanguardia guarda alguna relación con el gótico y el barroco – estilos ambos de extrema tensión y ansiedad comunicativa – y con el “Sturm und Drang”: el romanticismo inicial en las letras alemanas, caracterizado por la vehemencia y la inmoderación. El expresionismo tiene un gusto sado-masoquista por el catastrofismo.

    No es de extrañar que la gran preocupación de la poesía expresionista haya sido la Primera Guerra Mundial. Trakl, suicida en 1914, es el ejemplo más acabado del desequilibrio que la contienda llevó al espíritu de estos poetas, exaltados por el horror y la sangre. Pero el movimiento se reflejó en la narrativa y no es ajeno a su influencia ninguno de los grandes novelistas en lengua alemana del período, tales como Kafka.

    El cubismo

    También fue, en principio, una vanguardia de la pintura, al punto que las aproximaciones a la literatura han sido más bien tentativas y de resultados parciales.

    En las artes plásticas, el cubismo es claramente delimitable. Se inicia en 1907, cuando Picasso opone a la óptica impresionista una geometría bárbara y una deliberada y sistemática deformación. Le siguen en esta tendencia Braque y Matisse. Cubismo pasó a ser, en adelante, el arte de descomponer y recomponer la realidad según el bidimensionalismo, la compenetración de planos y el simultaneísmo de visión.

    En la literatura, supuso también la combinación de formas discontinuas, lo que implicó la destrucción del discurso y de la regularidad métrica. La “realidad intelectual” sustituyó a la “realidad sensorial”, y la obra de arte se juzgo valiosa en sí misma, “no por las confrontaciones que puedan hacerse con la realidad”. Se toma al poema “Zona” (1915) de Apollinaire, como el ejemplo más acabado de la nueva realidad. Lo anecdótico y lo descriptivo quedan reemplazados por el fragmentarismo y la elipsis, de modo que se lleva a lo que Spitzer llama “la enumeración caótica”. “Si un hecho viene a interrumpir una sinfonía de recuerdos, se le anota por respeto a su verdad cerebral” comenta Epstein. El cubismo desemboca en la avenida común de las vanguardias poéticas: la suplantación del pensamiento-frase – es decir, racional y lógico – por el pensamiento-asociación, que a menudo se formula al margen de la actividad de la conciencia.

    Apollinaire procuró fundir la poesía y la pintura en los “caligramas” o poemas dibujados, es la expresión mayor del cubismo.

    El dadaísmo

    “Las obras maestras dadás no deben durar más de cinco minutos” según se lee en una proclama del movimiento. El movimiento fue algo inesperado en el espíritu francés, significó el encuentro con la nada. Según Tristan Tzará, el principal impulsor de esta vanguardia, “dadá” no significa nada, aunque a continuación agrega: “.El cubo y la madre en cierta región de Italia: dadá. Un caballito de madera, la nodriza, la doble afirmación en ruso y rumano: dadá”. La sola multiplicación de acepciones revela que el vocablo no tiene ninguna concreta y fija, como dice Gide al considerar a las dos sílabas de “Dadá” como el punto máximo de la “inanidad sonora” querida por Mallarmé, la “insignificancia absoluta”.

    El movimiento echó a andar en Zurich, en 1916, con la fundación del Café Voltaire, donde se reunían poetas y pintores, entre quienes figuraban Apollinaire y Picasso. En 1919 Tzará llega a París, y comienzan a multiplicarse los festivales, las revistas, los boletines y las hojas sueltas dadaístas. El tono siempre fue el mismo: “No más pintores, no más literatos, no más músicos, escultores, religiones, republicanos, monárquicos, imperialistas, anarquistas, socialistas, bolcheviques, políticos, proletarios, demócratas, burgueses, aristócratas, ejército, policía, patria: en fin, basta de todas esas imbecilidades. No más nada, nada, nada. De esta manera esperamos que la novedad llegará a imponerse menos podrida, menos egoísta, menos mercantil, menos inmensamente grotesca”. Aunque Tzará proclamó que “el estado normal del hombre es dadá”, hacia 1921 ya no quedaba nada de la nada.

    El surrealismo

    Es el nombre que suele darse a una de las vanguardias más poderosas y de mayor influencia. La palabra tiene sentido en la lengua francesa – “sur-realisme” – y debería ser traducida por “superrealismo”, para indicar claramente que este movimiento se propone estar más allá o por encima de la realidad.

    Vinculado en sus raíces con el dadaísmo, cuyo absoluto nihilismo intenta superar, el surrealismo tiene la misma agresividad que aquella corriente. Ella se puso de manifiesto no sólo en los lemas contra la familia, el Estado y la religión, sino en el enfrentamiento con Paul Claudel, el poeta católico que declaró no encontrar en la corriente sentido alguno. 

    Pese a toda esta violencia tuvo mucho más claro el contenido de su programa de acción creadora que el dadaísmo. Produjo tres manifiestos: el primero, de 1924, que es el que mejor define a la corriente, el segundo de 1930, que propicia las relaciones del movimiento con el comunismo y que dividió irremediablemente al grupo, y el tercero en 1942 que fue un infructuoso intento de revitalizar un movimiento que había perdido su condición de punta de lanza.

    El primer manifiesto define al surrealismo en los siguientes términos: “Automatismo psíquico puro, por el cual se intenta expresar verbalmente sea por escrito, sea de cualquier otro modo, el funcionamiento real del pensamiento. Dictado del pensamiento, en ausencia de todo control ejercido por la razón, fuera de toda preocupación estética o moral”. “La ausencia de todo control ejercido por la razón” debía traducirse en la “escritura automática”, experiencia siempre un poco forzada, porque el escritor no puede anular la conciencia de estar escribiendo. Tzará, entusiasmado con estas novedades, incitaba a estos procedimiento de creación: “Tomad un periódico; tomad tijeras; escoged un artículo, recortad,  enseguida cada palabra, ponedla en una bolsa y sacudid…”

    Los puntos clave de la estética surrealistas son los siguientes:

    a) Fusión de la realidad y el sueño, para alcanzar una sobre-realidad. Influidos por Freud, los surrealistas se apartan aquí de él. En lugar de tomar al sueño como símbolo válido para el hombre, creen en su absoluta singularidad. Aceptan de Freud, no el método sino la mitología.

    b) esta fusión debe significar una nueva forma de conocimiento, experiencia sin la cual la propia expresión “surrealismo dejaría de tener sentido.

     c) Del nuevo conocimiento deberán surgir una nueva ciencia, una nueva moral y una nueva belleza, de modo que el surrealismo desborda el campo de lo meramente estético.

    d) Es necesario ir al conocimiento por la vía del desconocimiento, es decir, vivir el ser pero no lúcidamente, sino en el esta de mayor alienación posible. “Yo persigo un desorden razonado de todos mis sentidos” había dicho Rimbaud.

    e) Los caminos hacia el desconocimiento son lo inconsciente, lo onírico, la magia, la infancia. El automatismo psíquico, la demencia, los estupefacientes, el humor, el amor, el culto de lo instantáneo y el ver a los objetos como míticos.

    f) El surrealista debe escribir sin conciencia de que escribe.

    g) La poesía debe procurar “la estupefaciente imagen”, “desensibilizar el universo” y el surrealismo, en general, quiere una imagen que equivalga a un regreso al caos.

    El ultraísmo

    Esta es una palabra de contenido impreciso y se adoptó como término para designar a un aspecto de la vanguardia en España. “Ultra” equivale a “máximo” o 2culminación” de algo y se buscaba aquí el desarrollo pleno de las mismas notas que se han venido observando en las otras corrientes europeas: sobrevaloración de la imagen, supresión de la anécdota y lo narrativo, supresión de lo sentimental, salvo si aparece irónicamente enlazado con el mundo moderno. Rima y puntuación desaparecen y el ritmo, en lugar de procurar la continuidad tradicional, se adapta a cada instante.

    En 1920, después de una extensa fusión de poesía y pintura, cada arte volvió a reivindicar su autonomía. Jorge Luis Borges, tentado en su juventud por esta vanguardia poética dijo: “La desemejanza raigal que media entre la poesía vigente y la nuestra es la que sigue: en la primera el hallazgo lírico se magnifica, se agiganta y se desarrolla; en la segunda se anota brevemente”.

    Las revistas ultraístas se multiplicaron en tanto el movimiento atrajo a Gerardo Diego y – en parte – a García Lorca.

    "Walking around" Pablo Neruda

     Sucede que me canso de ser hombre.

    Sucede que entro en las sastrerías y en los cines
    marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro
    navegando en un agua de origen y ceniza.

    El olor de las peluquerías me hace llorar a gritos.
    Sólo quiero un descanso de piedras o de lana,
    sólo quiero no ver establecimientos ni jardines,
    ni mercaderías, ni anteojos, ni ascensores.

    Sucede que me canso de mis pies y mis uñas
    y mi pelo y mi sombra.
    Sucede que me canso de ser hombre.

    Sin embargo sería delicioso
    asustar a un notario con un lirio cortado
    o dar muerte a una monja con un golpe de oreja.
    Sería bello
    ir por las calles con un cuchillo verde
    y dando gritos hasta morir de frío.

    No quiero seguir siendo raíz en las tinieblas,
    vacilante, extendido, tiritando de sueño,
    hacia abajo, en las tripas mojadas de la tierra,
    absorbiendo y pensando, comiendo cada día.

    No quiero para mí tantas desgracias.
    No quiero continuar de raíz y de tumba,
    de subterráneo solo, de bodega con muertos
    ateridos, muriéndome de pena.

    Por eso el día lunes arde como el petróleo
    cuando me ve llegar con mi cara de cárcel,
    y aúlla en su transcurso como una rueda herida,
    y da pasos de sangre caliente hacia la noche.

    Y me empuja a ciertos rincones, a ciertas casas húmedas,
    a hospitales donde los huesos salen por la ventana,
    a ciertas zapaterías con olor a vinagre,
    a calles espantosas como grietas.

    Hay pájaros de color de azufre y horribles intestinos
    colgando de las puertas de las casas que odio,
    hay dentaduras olvidadas en una cafetera,
    hay espejos
    que debieran haber llorado de vergüenza y espanto,
    hay paraguas en todas partes, y venenos, y ombligos.

    Yo paseo con calma, con ojos, con zapatos,
    con furia, con olvido,
    paso, cruzo oficinas y tiendas de ortopedia,
    y patios donde hay ropas colgadas de un alambre:
    calzoncillos, toallas y camisas que lloran
    lentas lágrimas sucias.

    lunes, 12 de agosto de 2024

    Biografía de Pablo Neruda

     https://www.youtube.com/watch?v=0OOkCcj-Vc0

    Poema 15 Pablo Neruda

     ME gustas cuando callas porque estás como ausente,
    y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
    Parece que los ojos se te hubieran volado
    y parece que un beso te cerrara la boca.


    Como todas las cosas están llenas de mi alma
    emerges de las cosas, llena del alma mía.
    Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
    y te pareces a la palabra melancolía

    .
    Me gustas cuando callas y estás como distante.
    Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
    Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
    déjame que me calle con el silencio tuyo.


    Déjame que te hable también con tu silencio
    claro como una lámpara, simple como un anillo.
    Eres como la noche, callada y constelada.
    Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.


    Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
    Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
    Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
    Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.


                                                                                         

    Poema 20

     

    Poema 20

    Pablo Neruda

    Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

    Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada,

    y tiritan, azules, los astros, a lo lejos».

    El viento de la noche gira en el cielo y canta.

    Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

    Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

    En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.

    La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

    Ella me quiso, a veces yo también la quería.

    Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

    Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

    Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

    Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.

    Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

    Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.

    La noche está estrellada y ella no está conmigo.

    Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos

    Mi alma no se contenta con haberla perdido.

    Como para acercarla mi mirada la busca.

    Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

    La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.

    Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

    Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.

    Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

    De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.

    Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

    Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.

    Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

    Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,

    mi alma no se contenta con haberla perdido.

    Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,

    y estos sean los últimos versos que yo le escribo.

    martes, 6 de agosto de 2024

    "Un perro andaluz" Luis Buñuel (película surrealista)


    https://www.youtube.com/watch?v=pF6hUwkgMbw

    Atención: no la miren si son sensibles o si les molestan las imágenes que puedan causar ansiedad. Hay escenas de desnudos.



    Tristán Tzará (ejemplo de poema dadaísta)

    los dientes hambrientos del ojo
    cubiertos de hollín de seda
    abiertos a la lluvia
    todo el año
    el agua desnuda
    oscurece el sudor de la frente de la noche
    el ojo está encerrado en un triángulo
    el triángulo sostiene otro triángulo

    el ojo a velocidad reducida
    mastica fragmentos de sueño
    mastica dientes de sol dientes cargados de sueño

    el ruido ordenado en la periferia del resplandor
    es un ángel
    que sirve de cerradura a la seguridad de la canción
    una pipa que se fuma en el compartimiento de fumadores
    en su carne los gritos se filtran por los nervios
    que conducen la lluvia y sus dibujos
    las mujeres lo usan a modo de collar
    y despierta la alegría de los astrónomos

    todos lo toman por un juego de pliegues marinos
    aterciopelado por el calor y el insomnio que lo colora

    su ojo solo se abre para el mío
    no hay nadie sino yo que tenga miedo cuando lo mira
    y me deja en estado de respetuoso sufrimiento
    allí donde los músculos de su vientre y de sus piernas inflexibles
    se encuentran en un soplido animal de hálito salino
    aparto con pudor las formaciones nubosas y su meta
    carne inexplorada que bruñen y suavizan las aguas más sutiles



    Características dadaístas: ausencia de signos de puntuación, versos carentes de sentido y casi de significado, obra fruto de azar, no hay un tema ni un título.

    "Nocturnos" Juan Larrea (ejemplo de poema ultraísta)

    La noche ha abierto su paraguas
    Llueve
    Los pájaros de la lluvia
    picotean los trigos de los charcos
    Los árboles duermen
    sobre una pata
    Revoloteos, revoloteos
    Destartala un coche
    su estrépito final de endecasílabo
    Un hombre cruza como un mal pensamiento
    Los mosquitos de agua
    colmenean las luces
    Incendios de alas
    revoloteos
    Llueve

    Características ultraístas: ausencia de signos de puntuación, acumulación de metáforas y/o comparaciones, valoración de lo poético y simbólico, palabras inventadas usadas como si fueran reales, breve.

    "La muerte rosa" André Breton (ejemplo de poema surrealista)

    Los pulpos alados guiarán por última vez la barca cuyas
    velas están hechas de ese solo día hora a hora
    Es la velada única tras la cual sentirás subir por tus cabellos
    el sol blanco y negro
    De los calabozos rezumará un licor más fuerte que la muerte
    Cuando se la contempla desde lo alto de un precipicio
    Los cometas se posarán suavemente en los bosques antes
    de fulminarlos
    Y todo pasará dentro del amor indivisible
    Si el motivo de los ríos nunca desaparece
    Antes de que sea completamente de noche observarás
    La gran pausa de la plata
    Sobre un pescador en flor aparecerán las manos
    Que escribieron estos versos y que serán husos de plata también
    Y también golondrinas de plata sobre el oficio de la lluvia
    Verás el horizonte abrirse y de pronto habrá acabado el
    beso del espacio
    Pero el miedo ya no existirá más y los cristales del cielo y del mar
    Volarán por el viento con más fuerza que nosotros
    Qué haré yo con el temblor de tu voz
    Sonríe danzarina alrededor del único lustro que no caerá
    Trampa del tiempo
    Subiré los corazones de los hombres
    Para una suprema lapidación
    Mi hambre dará vueltas como un diamante demasiado tallado
    Trenzará los cabellos de su hijo el fuego
    Silencio y vida
    Pero los nombres de los amantes se olvidarán
    Como la adónica gota de sangre
    En la luz enloquecida
    Mañana engañarás a tu propia juventud
    A tu gran juventud luciérnaga
    Los ecos solos harán moldes de todos los lugares que existieron
    Y en la infinita vegetación transparente
    Te pasearás con la celeridad
    Que se pide a los animales de los bosques
    Acaso te desgranes entre mis despojos
    Sin verlos lo mismo que uno se arroja sobre un arma fluctuante
    Pero yo perteneceré al vacío semejante a los Peldaños
    De una escalera cuyo movimiento se llama muy penoso
    Para ti los perfumes desde entonces los perfumes prohibidos
    Lo angélico
    Bajo el musgo esponjoso y bajo tus pasos que no existen
    Mis sueños serán vanos y formales como el rumor de los
    párpados del agua en la sombra
    Me introduciré en los tuyos para sondear la profundidad
    de tus lágrimas
    Mis llamadas te dejarán dulcemente vacilante
    Y en el tren hecho de tortugas de hielo
    No tendrás que tirar de la señal de alarma
    Llegarás sola a esta playa perdida
    Dónde una estrella descenderá sobre tus equipajes de arena

    Características surrealistas: uso recurrente de imágenes oníricas e incluso pesadillescas, referencia al sueño, los ojos, elementos vinculados con precipicios, peñascos, imágenes angustiantes.



    "Canción del automóvil" Vladimir Mayakovski (ejemplo de poema futurista) fragmento

     ¡Dios vehemente de una raza de acero,

    automóvil ebrio de espacio,

    que piafas de angustia, con el freno en los dientes estridentes!

    ¡Oh formidable monstruo japonés de ojos de fragua,

    nutrido de llamas y aceites minerales,

    hambriento de horizontes y presas siderales

    tu corazón se expande en su taf-taf diabólico

    y tus recios neumáticos se hinchen para las danzas

    que bailen por las blancas carreteras del mundo!

    Suelto, por fin, tus bridas metálicas…

    ¡Te lanzas con embriaguez el Infinito liberador!

    Al estrépito del aullar de tu voz…

    he aquí que el Sol poniente va Imitando tu andar veloz,

    acelerando su palpitación sanguinolento a ras del horizonte…

    ¡Míralo galopar al fondo de los bosques!…

    ¡Qué importa, hermoso Demonio!

    A tu merced me encuentro…

    ¡Tómame sobre la tierra ensordecido a pesar de todos sus ecos,

    bajo el cielo que ciega a pesar de sus astros de oro,

    camino exasperando mi fiebre y mi deseo,

    con el puñal del frío en pleno rostro!

    De vez en vez alzo mi cuerpo para sentir en mi cuello,

    que tiembla la presión de los brazos helados

    y aterciopelados del viento.

    ¡Son tus brazos encantadores y lejanos que me atraen!

    Este viento es tu aliento devorante,

    Insondable Infinito que me absorbes con gozo…

    ¡Ah! los negros molinos desmanganillados

    parece de pronto que,

    sobre sus aspas de tela emballenada

    emprenden una loca carrera

    como sobre unas piernas desmesurados…

    He aquí que las Montañas se aprestan a lanzar

    sobre mi fuga capas de frescor soñoliento…

    ¡Allá! ¡Allá! ¡mirad! ¡en ese recodo siniestro!…

    ¡Oh Montañas, Rebaño monstruoso, Mammuths

    que trotáis pesadamente, arqueando los lomos Inmensos,

    ya desfilasteis… ya estáis ahogadas

    en la madeja de las brumas!…

    Y vagamente escucho el estruendo rechinante

    producido en las carreteras

    por vuestras piernas colosales de las botas de siete leguas…


    Características futuristas: glorificación del automóvil, la máquina, la velocidad, se encuentra la belleza en las partes del automóvil, se le describe como a una amada. Utilización de onomatopeyas que refieren a los sonidos del motor, escaso uso de signos de puntuación.