- Velázquez, Diego Rodríguez de Silva y
- La familia de Felipe IV, o Las Meninas
- Hacia 1656
- Técnica: Óleo.
- Soporte: Lienzo.
- Medidas: 318 cm x 276 cm.
- Escuela :Española.
- Tema : Retrato
Esta pintura al óleo fue realizada a mediados del S.XVII por uno de los grandes artistas de la historia del arte español: Velázquez.
Dedicado al estudio de la pintura desde los once años, este sevillano del Siglo de Oro contribuyó a ennoblecer el arte barroco español en un momento en el que las artes estaban controladas por la Iglesia y por la Corte.
Diego de Velázquez se formó en el ambiente contrarreformista español, aunque no se limitó a la estética española: sus viajes a Italia supusieron para él un afán de superación y riqueza estética.
Sus cuadros reflejan la influencia de Caravaggio, Tintoretto o Tiziano, evolucionando su pintura a partir de los conocimientos y la práctica adquirida durante sus 3 años de estancia en Italia.
En 1623, Velázquez fue nombrado Pintor del Rey Felipe IV.
En los últimos años de su vida, pintó Las Meninas.
Para
leer esta obra tenemos que centrar nuestra mirada en tres aspectos
fundamentales: los personajes retratados, el espacio y la mirada del
pintor.
Los personajes:
1- Infanta Margarita.
2.- Doña Isabel de Velasco.
3- Doña María Agustina Sarmiento de Sotomayor.
4- Mari Bárbola.
5- Nicolasito Pertusato.
6- Doña Marcela de Ulloa .
7- Don Diego Ruíz Azcona .
8- Don José Nieto Velázquez .
9- Velázquez.
10- El Rey Felipe IV.
11- La Reina Mariana de Austria
La escena transcurre en una de las estancias del Alcázar de Madrid.
La
infanta Margarita se encuentra en el centro de la composición, un
factor que, junto a la luminosidad que le ha dado el pintor, la
convierte en el personaje más relevante del cuadro.
A
sus lados, Isabel Velasco y Agustina Sarmiento son las “meninas”, junto
a las que se encuentran los enanos de la corte, en actitud lúdica con
el perro que hay a sus pies.
En un segundo plano, en la penumbra, vemos a Marcela de Ulloa y a un hombre anónimo.
A la izquierda aparece el autorretrato de Velázquez, realizando su labor como pintor de la corte
y, al fondo de la estancia, se encuentra José Nieto, aposentador de la reina, en una posición que destaca por ser el centro de la perspectiva del cuadro.
Finalmente, podemos ver dos personajes más de máxima importancia: en la pared del fondo, junto a la puerta, se reflejan en el espejo las figuras de Felipe IV y Mariana de Austria.Si no fuera por el toque de luz que el pintor da al espejo no repararíamos en ellos, e incluso parece que sea un cuadro más dentro de la estancia. Este juego visual, un tanto enigmático, nos permite obtener más información de las personas que hay en el espacio representado.
La instantaneidad del momento se puede ver en los gestos de los personajes, que parecen haber sido alertados por la llamada de alguien exterior a la escena.
El espacio:
*.- Velázquez nos presenta en esta obra la intimidad del Alcázar y con su maestría nos hace penetrar en una tercera dimensión.
*.- Con la escena que muestra inmortaliza un solo instante de la vida cotidiana de sus personajes.
*.- La luz y la atmósfera del cuadro son la consecuencia del dominio y el genio artístico del pintor sevillano.
*.- Lo más original de Las Meninas es el juego de miradas y espejos que contiene, un efecto habitual en el arte Barroco.
*.- La mirada: Velázquez nos mira fijamente:
Velázquez (la mirada del pintor) se retrata en el cuadro pintando a los reyes, cuya imagen vemos reflejada en un pequeño y poco destacado espejo, al fondo de la escena.
Como espectadores, nos sentimos observados ante la mirada del pintor. Nuestra visión de la escena es la misma que la de los reyes que están siendo retratados por Velázquez.
Este gesto de Velázquez confirma la importancia que en aquel momento tenía la figura del pintor en la corte (que cobra protagonismo en un retrato real). Además, da un paso importante en la representación del mundo real a través del arte, ya que consigue integrar el espacio del espectador (nuestra mirada) con el espacio representado (la mirada de los reyes).
Velázquez
trabaja en el cuadro cuando espontáneamente entran en la sala, en la
que (según una de las múltiples interpretaciones) están ya los monarcas
reflejados en el espejo del fondo, la infanta Margarita con sus damas y
un pequeño séquito.
El
punto de fuga va desde las luces del techo y las líneas de las ventanas
hasta la puerta abierta del fondo donde se encuentra el aposentador de
palacio, y nos invita no sólo a entrar sino a “atravesarlo”.
No
se trata de un espacio “pasivo”, la profundidad está determinada por
las “interdistancias”, por la luz, por las relaciones recíprocas entre
las cosas y las actitudes de los personajes.
Quienes
lo observamos nos adentramos en la escena, y tenemos la sensación de
que no es una pintura sino una “escena real” que presenciamos a través
de la puerta de la habitación contigua. Espacio y luz son el verdadero
tema del cuadro.
Biografía y etapas:
*.- Artista sevillano de familia noble venida a menos, mostró desde muy joven inclinación y facilidad por la pintura:
*.- A los 11 años ingresó en el taller de Pacheco con cuya hija se casaría más tarde.
*.-
Sus comienzos fueron muy semejantes a los de Zurbarán (tenebrismo,
pintura de naturaleza muerta y naturalismo) y llevará a la pintura
barroca a su más alta cima.
*.-
Es el tipo perfecto de pintor que plasma el mundo que tiene delante de
sus ojos sin deformarlo ni idealizarlo; puede que sea la pupila más
objetiva que ha contemplado las cosas con intención pictórica.
*.- Con
él se cierra la etapa de diversos siglos para conseguir la captación de
la realidad tal cual es. Sus características principales son:
-
Maestría técnica en sugerir volúmenes, formas, perspectivas y aire,
mediante el dominio de la perspectiva aérea y la pincelada suelta.
El avance conseguido por los quatroccentistas italianas en la
perspectiva lineal, que sirve para fingir la profundidad sobre el plano,
era una mera cuestión técnica, mientras que el dominio de la
perspectiva aérea, es decir, la deformación de los cuerpos vistos desde
lejos por las capas de aire interpuestas, suponía el encuentro
trascendental de comprender y aceptar la relatividad de las formas, las
cuales no tienen el valor absoluto con el que las reflejaba el
Renacimiento, sino el relativo a su medio, a las circunstancias de luz y
atmósfera que las rodea y deforma.
- Composiciones que no tienen el dinamismo ni el movimiento exagerado del Barroco,
pero que por sus complicadas formas geométricas, el uso de lo diagonal
para configurar los planos, la utilización de la luz y la fusión de
escenas reales e imaginarias para que quien lo mire sufra el equívoco,
son claramente barrocas.
- Colorido aprendido en la escuela veneciana,
que utiliza en su madurez preferentemente los tonos fríos (grises,
plateados…) con algún toque cálido, consiguiendo los matices más
delicados y de bello conjunto.
- Aunque pintó poco y sin prisa
porque se exigía mucho a sí mismo y rectificaba constantemente sus
obras, su afán por salvar de la muerte y “hacer vivir” para siempre lo
que le rodeaba y veía, lo llevó a comprender en sus obras toda la
realidad de su tiempo, la vida sincera: lo bello y lo feo, la corte y el
pueblo, el pueblo mendigo y los bufones, los grandes personajes mujeres
y varones; sin complacencia ni rechazo ante el modelo, él observa y
pinta sin interés por impresionarnos.
Así,
a pesar de que sus deberes de palacio lo llevaran a especializarse más
en el retrato, su obra toca todos los géneros: naturalezas muertas con
figuras, mitología, cuadros religiosos, de historia, interiores,
paisajes… y por descontado los retratos.
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