lunes, 7 de junio de 2021

Vocabulario del capítulo 4 de "El Quijote".

 [1] ‘La hora del alba’; el antecedente es la palabra hora con que acaba el capítulo anterior. C. ensaya muy diversos procedimientos para crear la cohesión entre los capítulos (véase I, 6, 76, n. 1, y II, 73, 1210, n. 1).

[2] El gozo de DQ es tal que, hiperbólicamente, se transmite al caballo, haciéndole estallar las cinchas , ‘correas con que se sujeta la silla’.

[3] cerca de : ‘acerca de, sobre’ (I, 31, 362, n. 27).

[4] especial : ‘especialmente’.

[5] acomodarse : ‘hacer provisión’.

[6] recebir : ‘contratar’; es la primera alusión a la figura de Sancho Panza.

[7] Sancho no cumple ninguna de las condiciones para ser escudero de un caballero andante: no es hidalgo, es pobre y excesivamente viejo para recibir enseñanzas. Sin embargo, DQ le aleccionará varias veces sobre sus obligaciones como escudero y le aconsejará en II, 42 sobre asuntos de gobierno, propios de la nobleza.

[8] ‘lugar en que alguien, animal u hombre, se encuentra a gusto, y al que se dirige o acoge después de un esfuerzo’; en el caso del caballo, la querencia natural es la cuadra.

[9] El bosque es un lugar tópico para las aventuras novelescas.

[10] Situación frecuente en los libros de caballerías.

[11] ‘de alrededor de quince años’.

[12] ‘cinturón de cuero’. Esta situación novelesca es quizá reminiscencia de los libros de caballerías.

[13] ‘de buen aspecto, bien parecido’.

[14] ‘Hablar menos y vigilar mejor’; es el consejo y la reprehensión del labrador.

[15] ‘rebaño’; los zagales se comían los corderos y echaban la culpa al lobo, o decían que se habían perdido o desgraciado.

[16] tomaros : ‘pelearos’ (I, 32, 372).

[17] Se solía salir armado al campo o al camino, sobre todo con lanza; DQ, al ver la lanza y la yegua —que llama caballo —, impaciente por celebrar su primer combate, toma a Juan Haldudo por un caballero andante.

[18] ‘atada con las riendas’.

[19] ‘agitando la punta de la lanza delante de su rostro’.

[20] ‘por tacaño’.

[21] Forma de juramento usada sobre todo por las mujeres, frente a «en Dios y en mi conciencia» que utilizaban los hombres.

[22] El mentís (‘desmentir a uno’) era una grave afrenta para el que lo recibía, y una descortesía para el testigo, sobre todo si este había tomado el partido del ofendido.

[23] ‘cedió, obedeció humillándose’.

[24] Probablemente no es errata, sino lapsus de C. por sesenta y tres .

[25] para : ‘por’, en fórmulas de juramento; paso es el trance de muerte en que cree hallarse. Es posible que haya aquí un recuerdo de Garcilaso: «Y por el paso en que me ves, te juro» (égloga II, v. 653).

[26] ‘asentar en la partida de gastos’; normalmente los gastos médicos y la vestimenta de trabajo eran obligación del amo.

[27] La sangría era un procedimiento curativo que consistía en hacer una incisión en la vena para sacar el exceso de sangre (es decir, el humor ) considerado como la causa de la enfermedad; junto con la purga, era uno de los métodos más utilizados en la medicina oficial de la época.

[28] pagastes no era entonces vulgarismo, sino forma posible de la segunda persona, tanto para el tratamiento tú como para vos rompido ‘roto’ era la forma regular del participio que alternaba con la irregular.

[29] sanidad : ‘salud’.

[30] ‘Lo malo es’.

[31] ‘de ninguna manera’; frase imprecatoria truncada que equivale a «mal año para mí» o «mal año me dé Dios».

[32] El apóstol San Bartolomé murió desollado y se le representaba con la musculatura al aire y la piel al brazo; su fiesta, el 24 de agosto, al fin de la cosecha, hizo de él un santo muy popular.

[33] ‘respete lo que le mando, acate mi orden’.

[34] Juramento muy corriente entre caballeros (véase I, 24, 261, y 44, 520).

[35] La figura del labrador rico es frecuente en la literatura del XVII, muchas veces en contraste con el hidalgo empobrecido, como marca de un cambio de clases pudientes; en el Q. mismo, está la figura del padre de Leandra (I, 51, 576) y la de Camacho, también «el rico» (II, 19, 782); haldudo , como adjetivo referido a personas, vale por ‘taimado, hipócrita’.

[36] Quintanar de la Orden, pueblo cercano al Toboso (II, 74, 1216).

[37] Adagio que señala que el hombre crea su linaje por su comportamiento; se repite en I, 47, 546.

[38] hermano es tratamiento cristiano, hoy conservado más o menos vulgarmente en algunas zonas.

[39] ‘perfumados’, metafóricamente ‘mejorados’.

[40] ‘os perdono el perfume, la mejoría’; la frase era popular.

[41] ‘en moneda de plata’, que vale por su peso, frente a la de cobre o vellón, de rápida depreciación y sujeta a resello.

[42] no se os parta de las mientes : ‘no se os vaya de la cabeza’. La amenaza de DQ tiene un parecido con otra en Don Olivante de Laura , III, 3: «Y no dejes de cumplir todo esto que te mando, porque cuando supiere que no lo haces en ninguna parte del mundo estarás tan escondido que yo no pueda hallarte para acabar de quitarte la vida».

[43] ‘en muy poco tiempo’.

[44] ‘no se le veía’.

[45] Forma eufemística de juramento, usada también por Sancho en II, 10, 708.

[46] ‘pagar con creces’, ‘castigo superior al que se cree merecer’ (II, 16, 751); antiguamente las setenas eran una multa que obligaba a pagar siete veces el valor del daño causado.

[47] Andrés vuelve a aparecer en I, 31, 364, donde se cuentan las consecuencias de esta aventura.

[48] ‘la más bella de todas’; es una forma del superlativo hebraico.

[49] ayer hoy no indican tiempos sucesivos, sino que subrayan cambios que se ven muy próximos.

[50] ‘azotaba sin causa, injustamente’; el látigo era la correa con que se azotaba a los siervos.

[51] ‘niño débil’; es un arcaísmo.

[52] Situación frecuente en los libros de caballerías; la encrucijada, en el folclore universal, es el punto en que el héroe se enfrenta con su destino.

[53] La situación corresponde a la de I, 2, 46 (y n. 17), pero ahora se alude directamente al romance del Marqués de Mantua, que informa estos primeros capítulos y que abrirá el I, 5.

[54] Son un poco menos de cuatro kilómetros.

[55] Murcia era la productora principal de telas de seda, cuyo uso en España se consideraba excesivo.

[56] ‘sombrillas que se sujetaban a la silla de montar’.

[57] paso : ‘juego caballeresco en el que se defendía el paso por un lugar determinado’.

[58] ‘muy oportunamente’.

[59] a trecho : ‘a distancia suficiente’.

[60] ‘Todos se detengan’.

[61] no confiesa : es la condición para dejar pasar o entablar la batalla; sin par : ‘única’, aplicado por primera vez a Oriana en el Amadís de Gaula . Según la tradición del amor cortés, la amada era modelo de perfecciones y de virtudes.

[62] ‘juicioso, sagaz e ingenioso’; discreto discreción son indicadores de un estilo de comportamiento muy estimado en los siglos XVI y XVII (véase I, Pról., 9, n. 3).

[63] ‘tan evidente’.

[64] Son las obligaciones que impone la fe a todo cristiano.

[65] ‘en caso contrario’.

[66] Estos apelativos se aplican a la raza de los gigantes y, por metáfora, a los desalmados y descreídos; véase I, 1, 40, n. 37.

[67] ‘no tengamos cargo de conciencia’ (II, 7, 683); la expresión pertenece a la terminología jurídica.

[68] Las objeciones del mercader recuerdan las de El caballero de la Cruz , I, 115: «No lo puedo yo decir eso, porque no la conozco; y puesto que la hobiese visto, yo no he visto todas las otras del mundo para juzgar que ella sea la más hermosa».

[69] sea tamaño como : ‘tenga el tamaño de’; la comparación con un grano, para encarecer la pequeñez, es tradicional.

[70] ‘por la muestra se deducirá el original’; es refrán (I, 23, 253, n. 31).

[71] ‘quedará satisfecho’; es fórmula de escribano en recibos.

[72] ‘supura minio y azufre’; los dos componentes son venenosos.

[73] Son sustancias aromáticas, de mucho precio, que se empleaban para la fabricación de ungüentos y pomadas; los pomos, de cristal fino, se guardaban entre algodones para que no se quebrasen.

[74] tuerta : aquí, ‘torcida’; antes era ‘falta de un ojo’.

[75] huso: ‘aparato donde se tuerce la hebra cuando se hila’; el huso era término de comparación proverbial para lo derecho. No ha sido convincentemente explicada la antonomasia de Guadarrama .

[76] una buena pieza : ‘un buen trecho’. Aquí pieza se refiere al espacio, y otras veces al tiempo (I, 7, 89, n. 17).

[77] ‘no pudo de ninguna manera, le fue imposible’; es el mismo uso de jamás encontrado en I, 3, 55, n. 4.

[78] fuyáis : ‘huyáis’ (se esperaría fuyades ); gente : ‘grupo de personas que tiene algo en común’; cautiva : ‘mezquina, miserable’ (I, 8, 102, n. 57); atended : ‘esperad’; DQ vuelve a utilizar el lenguaje arcaico, o fabla.

[79] La disculpa proviene del Orlando furioso , I, 67, aunque se encuentran casos similares en otros textos.

[80] Se parodia cruelmente el romper lanzas de los pasos caballerescos; aquí es un acemilero —oficio que supone una bajísima condición social, propia de moriscos— el que se la rompe a DQ.

[81] ‘le dejó hecho harina’ (I, 44, 516; II, 28, 863); cibera : ‘grano que se echa entre las muelas del molino para cebarlo’.

[82] En los juegos de naipes, picado equivale a ‘enganchado en la partida’; envidar el resto : ‘apostar todo lo que le queda a uno’, aquí metafóricamente, ‘vaciar toda su cólera’ (II, 66, 1172, n. 29).

[83] La primera edición, por errata, trae vía ‘veía’.

[84] ‘salteadores, maleantes, bellacos’; es probable italianismo.

[85] brumado : ‘magullado’ (II, 55, 1082).

Capítulo 4 de "El Quijote"

 

Don Quijote de La Mancha

Capítulo IV

De lo que le sucedió a nuestro caballero  cuando salió de la venta

La del alba sería [1] cuando don Quijote salió de la venta tan contento, tan gallardo, tan alborozado por verse ya armado caballero, que el gozo le reventaba por las cinchas del caballo [2]. Mas viniéndole a la memoria los consejos de su huésped cerca de las prevenciones tan necesarias que había de llevar consigo [3], especial la de los dineros y camisas  [4], determinó volver a su casa y acomodarse de todo [5], y de un escudero, haciendo cuenta de recebir a un labrador vecino suyo [6] que era pobre y con hijos, pero muy a propósito para el oficio escuderil de la caballería [7]. Con este pensamiento guió a Rocinante hacia su aldea, el cual, casi conociendo la querencia [8], con tanta gana comenzó a caminar, que parecía que no ponía los pies en el suelo.

No había andado mucho cuando le pareció que a su diestra mano, de la espesura de un bosque que allí estaba [9], salían unas voces delicadas, como de persona que se quejaba; y apenas las hubo oído, cuando dijo:

—Gracias doy al cielo por la merced que me hace, pues tan presto me pone ocasiones delante donde yo pueda cumplir con lo que debo a mi profesión y donde pueda coger el fruto de mis buenos deseos. Estas voces, sin duda, son de algún menesteroso o menesterosa que ha menester mi favor y ayuda.

Y, volviendo las riendas, encaminó a Rocinante hacia donde le pareció que las voces salían [10], y, a pocos pasos que entró por el bosque, vio atada una yegua a una encina, y atado en otra a un muchacho, desnudo de medio cuerpo arriba, hasta de edad de quince años [11], que era el que las voces daba, y no sin causa, porque le estaba dando con una pretina [12] muchos azotes un labrador de buen talle [13], y cada azote le acompañaba con una reprehensión y consejo. Porque decía:

—La lengua queda y los ojos listos [14].

Y el muchacho respondía:

—No lo haré otra vez, señor mío; por la pasión de Dios, que no lo haré otra vez, y yo prometo de tener de aquí adelante más cuidado con el hato [15].

Y viendo don Quijote lo que pasaba, con voz airada dijo:

—Descortés caballero, mal parece tomaros con quien defender no se puede [16]; subid sobre vuestro caballo y tomad vuestra lanza [17] —que también tenía una lanza arrimada a la encina adonde estaba arrendada la yegua— [18], que yo os haré conocer ser de cobardes lo que estáis haciendo.

El labrador, que vio sobre sí aquella figura llena de armas blandiendo la lanza sobre su rostro [19], túvose por muerto, y con buenas palabras respondió:

—Señor caballero, este muchacho que estoy castigando es un mi criado, que me sirve de guardar una manada de ovejas que tengo en estos contornos, el cual es tan descuidado, que cada día me falta una; y porque castigo su descuido, o bellaquería, dice que lo hago de miserable [20], por no pagalle la soldada que le debo, y en Dios y en mi ánima que miente [21].

—¿«Miente» delante de mí, ruin villano [22]? —dijo don Quijote—. Por el sol que nos alumbra, que estoy por pasaros de parte a parte con esta lanza. Pagadle luego sin más réplica; si no, por el Dios que nos rige, que os concluya y aniquile en este punto. Desatadlo luego.

El labrador bajó la cabeza [23] y, sin responder palabra, desató a su criado, al cual preguntó don Quijote que cuánto le debía su amo. Él dijo que nueve meses, a siete reales cada mes. Hizo la cuenta don Quijote y halló que montaban setenta y tres reales [24], y díjole al labrador que al momento los desembolsase, si no quería morir por ello. Respondió el medroso villano que para el paso en que estaba y juramento que había hecho [25] —y aún no había jurado nada—, que no eran tantos, porque se le habían de descontar y recebir en cuenta [26] tres pares de zapatos que le había dado, y un real de dos sangrías que le habían hecho estando enfermo [27].

—Bien está todo eso —replicó don Quijote—, pero quédense los zapatos y las sangrías por los azotes que sin culpa le habéis dado, que, si él rompió el cuero de los zapatos que vos pagastes, vos le habéis rompido el de su cuerpo [28], y si le sacó el barbero sangre estando enfermo, vos en sanidad se la habéis sacado [29]; ansí que por esta parte no os debe nada.

—El daño está [30], señor caballero, en que no tengo aquí dineros: véngase Andrés conmigo a mi casa, que yo se los pagaré un real sobre otro.

—¿Irme yo con él? —dijo el muchacho—. Mas ¡mal año [31]! No, señor, ni por pienso, porque en viéndose solo me desuelle como a un San Bartolomé [32].

—No hará tal —replicó don Quijote—: basta que yo se lo mande para que me tenga respeto [33]; y con que él me lo jure por la ley de caballería que ha recebido [34], le dejaré ir libre y aseguraré la paga.

—Mire vuestra merced, señor, lo que dice —dijo el muchacho—, que este mi amo no es caballero, ni ha recebido orden de caballería alguna, que es Juan Haldudo el rico [35], el vecino del Quintanar [36].

—Importa poco eso —respondió don Quijote—, que Haldudos puede haber caballeros; cuanto más, que cada uno es hijo de sus obras [37].

—Así es verdad —dijo Andrés—, pero este mi amo ¿de qué obras es hijo, pues me niega mi soldada y mi sudor y trabajo?

—No niego, hermano Andrés [38] —respondió el labrador—, y hacedme placer de veniros conmigo, que yo juro por todas las órdenes que de caballerías hay en el mundo de pagaros, como tengo dicho, un real sobre otro, y aun sahumados [39].

—Del sahumerio os hago gracia [40] —dijo don Quijote—: dádselos en reales [41], que con eso me contento; y mirad que lo cumpláis como lo habéis jurado: si no, por el mismo juramento os juro de volver a buscaros y a castigaros, y que os tengo de hallar, aunque os escondáis más que una lagartija. Y si queréis saber quién os manda esto, para quedar con más veras obligado a cumplirlo, sabed que yo soy el valeroso don Quijote de la Mancha, el desfacedor de agravios y sinrazones, y a Dios quedad, y no se os parta de las mientes lo prometido y jurado [42], so pena de la pena pronunciada.

Y, en diciendo esto, picó a su Rocinante y en breve espacio [43] se apartó dellos. Siguióle el labrador con los ojos y, cuando vio que había traspuesto del bosque y que ya no parecía [44], volvióse a su criado Andrés y díjole:

—Venid acá, hijo mío, que os quiero pagar lo que os debo, como aquel desfacedor de agravios me dejó mandado.

—Eso juro yo —dijo Andrés—, y ¡cómo que andará vuestra merced acertado en cumplir el mandamiento de aquel buen caballero, que mil años viva, que, según es de valeroso y de buen juez, vive Roque [45] que si no me paga, que vuelva y ejecute lo que dijo!

—También lo juro yo —dijo el labrador—, pero, por lo mucho que os quiero, quiero acrecentar la deuda, por acrecentar la paga.

Y, asiéndole del brazo, le tornó a atar a la encina, donde le dio tantos azotes, que le dejó por muerto.

Vocabulario del capítulo 3 de "El Quijote"

 [1] ‘ser armado caballero’. Todo el capítulo es una parodia del rito de investidura, que tuvo gran importancia en la época medieval y está muy presente en los libros de caballerías.

[2] El favor o don solicitado por DQ es un típico ejemplo del viejo motivo caballeresco del don contraignant o «don en blanco».

[3] Probablemente calca las palabras del Orate de la Misa: «Ad laudem et gloriam nominis sui, ad utilitatem quoque nostram totiusque Ecclesiae».

[4] ‘no quiso’; jamás denota aquí duración limitada (I, 4, 69, n. 77).

[5] mañana en aquel día : ‘mañana sin falta, mañana mismo’.

[6] El aspirante a caballero, la noche anterior a ser armado, debía permanecer orando junto a sus armas colocadas sobre el altar.

[7] Las cuatro direcciones o puntos cardinales, es decir, el mundo en su totalidad.

[8] barruntos : ‘sospechas’.

[9] ‘designio, intención, propósito’; la forma prosupuesto alterna con presupuesto (I, 7, 92, n. 44).

[10] Son los barrios de la mala vida en la España de finales del siglo; algunos vuelven a aparecer en otras obras de C. Islas : ‘manzanas de casas’; las de Riarán estaban en la Aduana de Málaga.

[11] ‘requiriendo de amores’, en los libros de caballerías; pero también ‘solicitando’, tanto el dinero como otros favores (I, 13, 136, n. 9).

[12] audiencia : ‘sala de un tribunal donde se instruye un proceso’; pero también ‘etapa de un proceso’ o ‘tribunal superior’.

[13] ‘compartiesen con él su dinero’; los venteros tenían fama de ladrones.

[14] ‘moneda de cobre de poco valor’, ‘medio maravedí’.

[15] puesto caso que : ‘aunque’; sin embargo, algún literario anduvo bien provisto de dinero. El ventero es versado en los libros de caballerías, al igual que lo será el de la segunda venta.

[16] ‘iban bien proveídos de dineros’.

[17] redoma : ‘botella ventruda de boca angosta’; agua de virtud : comúnmente se llamaba así una infusión de plantas medicinales con supuesta eficacia curativa o mágica.

[18] hilas : ‘trozo de tela hervido y deshilachado con que se cubrían las heridas’, a modo de gasas.

[19] La conveniencia de un escudero es sugerida por primera vez por el ventero, quien convence a DQ de la necesidad de tenerlo.

[20] alforja : ‘talega con dos bolsas que se puede colocar sobre las ancas de la cabalgadura o llevar sobre los hombros’; casi no se parecían : ‘eran casi invisibles’.

[21] El caballero novel con respecto al que lo armaba; ambos contraían obligaciones recíprocas.

[22] pila: ‘cuba del abrevadero’; pero puede encerrar el doble sentido de ‘pila bautismal’.

[23]< ‘metiendo el brazo por el asa de su escudo’; véase I, 2, 45, n. 8.

[24] ‘elegante apostura’ (II, 6, 673).

[25] armazón : ‘el acto de armar caballero’.

[26] Se refiere al sol.

[27] ‘grupo de mulas que conduce un arriero’.

[28] Es fórmula de la tradición épica, pero puede aludir también a la prohibición de llevar espada antes de ser armado caballero.

[29] no se curó : ‘no se preocupó’; curarse en salud es utilizado con el doble sentido de ‘preservarse de la enfermedad antes de que sobrevenga’ y ‘ponerse a salvo’.

[30] ‘cogiendo las armas por las correas que sirven para unir unas a otras las piezas del arnés’.

[31]Acorredme: ‘Amparadme’; afrenta : ‘combate tras una ofensa’; desfallezca : ‘falte’; trance : ‘momento peligroso’ (véase I, 2, 48, n. 30). El párrafo, lleno de arcaísmos, evoca el léxico y los conceptos del amor caballeresco.

[32] maestro: ‘cirujano’ (I, 1, 38, n. 23).

[33] Cervantes destaca irónicamente el carácter de pelea y no de combate caballeresco del episodio, porque la lucha entre caballeros se decía a veces «romper o quebrar lanzas». El juego lingüístico prosigue en la frase siguiente con la elipsis de pedazos .

[34] grandeza : ‘magnanimidad’ y también título de nobleza, excesivo para la dama de DQ (véase I, 1, 38, n. 22, y 44, n. 74); cautivo : ‘desdichado’; tamaña : ‘tan grande’; atendiendo : ‘esperando’. La forma religiosa de la invocación se subraya con el calco de la Salve : «Eia ergo, advocata nostra, illos tuos misericordes oculos ad nos converte».

[35] se reparaba : ‘se protegía, buscaba el reparo, el abrigo’.

[36] También... mayores : ‘Aun mayores’; llamándolos de : ‘tachándolos de’.

[37] follón : ‘felón, cobarde, bueno para nada’; véase I, «De Solisdán...», p. 33, v. 8.

[38] canalla conserva el sentido originario de ‘jauría de perros’ y, por consiguiente, ‘conjunto de gente despreciable, chusma’; en el Q. se usa siempre con este significado.

[39] ‘agravio y descortesía’.

[40] negra : ‘maldita, malhadada’ (el adjetivo supone un juicio de valor por parte del ventero); luego : ‘en seguida, inmediatamente’.

[41] toque : ‘el punto esencial en que estriba una cosa’.

[42] pescozada era el golpe que se daba con la mano abierta o con la espada de plano sobre la nuca del que iba a ser armado caballero; el espaldarazo se daba con la espada sobre cada uno de los hombros del novicio. El hecho de que solo con eso bastara para ser armado caballero en caso de urgencia está documentado históricamente.

[43] ‘excepto’.

[44] El narrador adopta el vocabulario y el modo de ver las cosas de don Quijote; con el mismo juego de registros llamará damas doncellas a las rameras. La falsa denominación corresponde a quienes toman parte necesaria en el ritual de la armazón de caballería.

[45] asentaba : ‘anotaba (el gasto de paja y cebada)’.

[46] Sigue la parodia de la ceremonia de investidura de DQ como caballero andante.

[47] ‘libro de oraciones, devocionario’, parodia del libro de cuentas mencionado arriba.

[48] ‘lectura’ (I, Pról., 11, n. 27).

[49] gentil : ‘gallardo, brioso’, usado en sentido irónico.

[50] Dama se empleaba también en el sentido de ‘cortesana’ (II, 8, 689, n. 27).

[51] La espada y las espuelas eran los símbolos del caballero. Con frecuencia, en la literatura caballeresca una de las damas que había sido testigo de la ceremonia de armar le colocaba al novicio la espada en la cintura.

[52] Fórmula típica de las ceremonias de investidura del caballero. La ramera demuestra ser buena conocedora de las costumbres descritas en los libros de caballerías.

[53] darle alguna parte : ‘informarle, hacerle saber’.

[54] remendón : ‘operario que arregla o pone piezas a vestidos viejos’.

[55] En las tiendas cercanas a esa plaza de Toledo (I, 35, 421, n. 31).

[56] DQ hace extensivo su don a otras personas (I, 1, 42, n. 60). Quizá haya aquí una crítica a la facilidad con que las mujeres, más que los hombres, se atribuían este tratamiento, incluidas las rameras.

[57] Como sucedía con la espada , también una dama testigo calzaba las espuelas al caballero.

[58] honrado molinero era, en la tradición, una contradicción: los molineros tenían fama de ladrones, y las molineras de ser ligeras de cascos.

[59] La presencia de las dos rameras en la ceremonia de investidura confiere a la escena un carácter grotesco.

[60] Irónico encarecimiento de la ridícula ceremonia de investidura.

[61] no vio la hora es expresión de impaciencia y deseo.

[62] ‘en hora buena’, italianismo.

capítulo 3 de "El Quijote"

 

Don Quijote de La Mancha

Capítulo III

Donde se cuenta la graciosa manera que tuvo don Quijote en armarse caballero [1]

Y, así, fatigado deste pensamiento, abrevió su venteril y limitada cena; la cual acabada, llamó al ventero y, encerrándose con él en la caballeriza, se hincó de rodillas ante él, diciéndole:

—No me levantaré jamás de donde estoy, valeroso caballero, fasta que la vuestra cortesía me otorgue un don que pedirle quiero [2], el cual redundará en alabanza vuestra y en pro del género humano [3].

El ventero, que vio a su huésped a sus pies y oyó semejantes razones, estaba confuso mirándole, sin saber qué hacerse ni decirle, y porfiaba con él que se levantase, y jamás quiso [4], hasta que le hubo de decir que él le otorgaba el don que le pedía.

—No esperaba yo menos de la gran magnificencia vuestra, señor mío —respondió don Quijote—, y así os digo que el don que os he pedido y de vuestra liberalidad me ha sido otorgado es que mañana en aquel día me habéis de armar caballero [5], y esta noche en la capilla deste vuestro castillo velaré las armas [6], y mañana, como tengo dicho, se cumplirá lo que tanto deseo, para poder como se debe ir por todas las cuatro partes del mundo [7] buscando las aventuras, en pro de los menesterosos, como está a cargo de la caballería y de los caballeros andantes, como yo soy, cuyo deseo a semejantes fazañas es inclinado.

El ventero, que, como está dicho, era un poco socarrón y ya tenía algunos barruntos de la falta de juicio de su huésped [8], acabó de creerlo cuando acabó de oírle semejantes razones y, por tener que reír aquella noche, determinó de seguirle el humor; y, así, le dijo que andaba muy acertado en lo que deseaba y pedía y que tal prosupuesto [9] era propio y natural de los caballeros tan principales como él parecía y como su gallarda presencia mostraba; y que él ansimesmo, en los años de su mocedad, se había dado a aquel honroso ejercicio, andando por diversas partes del mundo, buscando sus aventuras, sin que hubiese dejado los Percheles de Málaga, Islas de Riarán, Compás de Sevilla, Azoguejo de Segovia, la Olivera de Valencia, Rondilla de Granada, Playa de Sanlúcar, Potro de Córdoba y las Ventillas de Toledo y otras diversas partes [10], donde había ejercitado la ligereza de sus pies, sutileza de sus manos, haciendo muchos tuertos, recuestando muchas viudas [11], deshaciendo algunas doncellas y engañando a algunos pupilos y, finalmente, dándose a conocer por cuantas audiencias y tribunales hay casi en toda España [12]; y que, a lo último, se había venido a recoger a aquel su castillo, donde vivía con su hacienda y con las ajenas, recogiendo en él a todos los caballeros andantes, de cualquiera calidad y condición que fuesen, solo por la mucha afición que les tenía y porque partiesen con él de sus haberes [13], en pago de su buen deseo.

Díjole también que en aquel su castillo no había capilla alguna donde poder velar las armas, porque estaba derribada para hacerla de nuevo, pero que en caso de necesidad él sabía que se podían velar dondequiera y que aquella noche las podría velar en un patio del castillo, que a la mañana, siendo Dios servido, se harían las debidas ceremonias de manera que él quedase armado caballero, y tan caballero, que no pudiese ser más en el mundo.

Preguntóle si traía dineros; respondió don Quijote que no traía blanca [14], porque él nunca había leído en las historias de los caballeros andantes que ninguno los hubiese traído. A esto dijo el ventero que se engañaba, que, puesto caso que en las historias no se escribía [15], por haberles parecido a los autores dellas que no era menester escrebir una cosa tan clara y tan necesaria de traerse como eran dineros y camisas limpias, no por eso se había de creer que no los trujeron, y, así, tuviese por cierto y averiguado que todos los caballeros andantes, de que tantos libros están llenos y atestados, llevaban bien herradas las bolsas [16], por lo que pudiese sucederles, y que asimismo llevaban camisas y una arqueta pequeña llena de ungüentos para curar las heridas que recebían, porque no todas veces en los campos y desiertos donde se combatían y salían heridos había quien los curase, si ya no era que tenían algún sabio encantador por amigo, que luego los socorría, trayendo por el aire en alguna nube alguna doncella o enano con alguna redoma de agua de tal virtud [17], que en gustando alguna gota della luego al punto quedaban sanos de sus llagas y heridas, como si mal alguno hubiesen tenido; mas que, en tanto que esto no hubiese, tuvieron los pasados caballeros por cosa acertada que sus escuderos fuesen proveídos de dineros y de otras cosas necesarias, como eran hilas y ungüentos para curarse [18]; y cuando sucedía que los tales caballeros no tenían escuderos —que eran pocas y raras veces— [19], ellos mesmos lo llevaban todo en unas alforjas muy sutiles, que casi no se parecían [20], a las ancas del caballo, como que era otra cosa de más importancia, porque, no siendo por ocasión semejante, esto de llevar alforjas no fue muy admitido entre los caballeros andantes; y por esto le daba por consejo, pues aun se lo podía mandar como a su ahijado [21], que tan presto lo había de ser, que no caminase de allí adelante sin dineros y sin las prevenciones referidas, y que vería cuán bien se hallaba con ellas, cuando menos se pensase.

Prometióle don Quijote de hacer lo que se le aconsejaba, con toda puntualidad; y, así, se dio luego orden como velase las armas en un corral grande que a un lado de la venta estaba, y recogiéndolas don Quijote todas, las puso sobre una pila que junto a un pozo estaba [22] y, embrazando su adarga [23], asió de su lanza y con gentil continente [24], se comenzó a pasear delante de la pila; y cuando comenzó el paseo comenzaba a cerrar la noche.

Contó el ventero a todos cuantos estaban en la venta la locura de su huésped, la vela de las armas y la armazón de caballería que esperaba [25]. Admiráronse de tan estraño género de locura y fuéronselo a mirar desde lejos, y vieron que con sosegado ademán unas veces se paseaba; otras, arrimado a su lanza, ponía los ojos en las armas, sin quitarlos por un buen espacio dellas. Acabó de cerrar la noche, pero con tanta claridad de la luna, que podía competir con el que se la prestaba [26], de manera que cuanto el novel caballero hacía era bien visto de todos. Antojósele en esto a uno de los arrieros que estaban en la venta ir a dar agua a su recua [27], y fue menester quitar las armas de don Quijote, que estaban sobre la pila; el cual, viéndole llegar, en voz alta le dijo:

—¡Oh tú, quienquiera que seas, atrevido caballero, que llegas a tocar las armas del más valeroso andante que jamás se ciñó espada [28]! Mira lo que haces, y no las toques, si no quieres dejar la vida en pago de tu atrevimiento.

No se curó el arriero destas razones (fuera mejor que se curara, porque fuera curarse en salud) [29], antes, trabando de las correas [30], las arrojó gran trecho de sí. Lo cual visto por don Quijote, alzó los ojos al cielo y, puesto el pensamiento —a lo que pareció— en su señora Dulcinea, dijo:

—Acorredme, señora mía, en esta primera afrenta que a este vuestro avasallado pecho se le ofrece; no me desfallezca en este primero trance vuestro favor y amparo [31].

Y diciendo estas y otras semejantes razones, soltando la adarga, alzó la lanza a dos manos y dio con ella tan gran golpe al arriero en la cabeza, que le derribó en el suelo tan maltrecho, que, si segundara con otro, no tuviera necesidad de maestro que le curara [32]. Hecho esto, recogió sus armas y tornó a pasearse con el mismo reposo que primero. Desde allí a poco, sin saberse lo que había pasado —porque aún estaba aturdido el arriero—, llegó otro con la mesma intención de dar agua a sus mulos y, llegando a quitar las armas para desembarazar la pila, sin hablar don Quijote palabra y sin pedir favor a nadie soltó otra vez la adarga y alzó otra vez la lanza y, sin hacerla pedazos [33], hizo más de tres la cabeza del segundo arriero, porque se la abrió por cuatro. Al ruido acudió toda la gente de la venta, y entre ellos el ventero. Viendo esto don Quijote, embrazó su adarga y, puesta mano a su espada, dijo:

—¡Oh señora de la fermosura, esfuerzo y vigor del debilitado corazón mío! Ahora es tiempo que vuelvas los ojos de tu grandeza a este tu cautivo caballero, que tamaña aventura está atendiendo [34].

Con esto cobró, a su parecer, tanto ánimo, que si le acometieran todos los arrieros del mundo, no volviera el pie atrás. Los compañeros de los heridos, que tales los vieron, comenzaron desde lejos a llover piedras sobre don Quijote, el cual lo mejor que podía se reparaba con su adarga [35] y no se osaba apartar de la pila, por no desamparar las armas. El ventero daba voces que le dejasen, porque ya les había dicho como era loco, y que por loco se libraría, aunque los matase a todos. También don Quijote las daba, mayores, llamándolos de alevosos y traidores [36], y que el señor del castillo era un follón y mal nacido caballero [37], pues de tal manera consentía que se tratasen los andantes caballeros; y que si él hubiera recebido la orden de caballería, que él le diera a entender su alevosía:

—Pero de vosotros, soez y baja canalla [38], no hago caso alguno: tirad, llegad, venid y ofendedme en cuanto pudiéredes que vosotros veréis el pago que lleváis de vuestra sandez y demasía [39].

Decía esto con tanto brío y denuedo, que infundió un terrible temor en los que le acometían; y así por esto como por las persuasiones del ventero, le dejaron de tirar, y él dejó retirar a los heridos y tornó a la vela de sus armas con la misma quietud y sosiego que primero.

No le parecieron bien al ventero las burlas de su huésped, y determinó abreviar y darle la negra orden de caballería luego [40], antes que otra desgracia sucediese. Y, así, llegándose a él, se desculpó de la insolencia que aquella gente baja con él había usado, sin que él supiese cosa alguna, pero que bien castigados quedaban de su atrevimiento. Díjole como ya le había dicho que en aquel castillo no había capilla, y para lo que restaba de hacer tampoco era necesaria, que todo el toque de quedar armado caballero [41] consistía en la pescozada y en el espaldarazo [42], según él tenía noticia del ceremonial de la orden, y que aquello en mitad de un campo se podía hacer, y que ya había cumplido con lo que tocaba al velar de las armas, que con solas dos horas de vela se cumplía, cuanto más que él había estado más de cuatro. Todo se lo creyó don Quijote, que él estaba allí pronto para obedecerle y que concluyese con la mayor brevedad que pudiese, porque, si fuese otra vez acometido y se viese armado caballero, no pensaba dejar persona viva en el castillo, eceto [43] aquellas que él le mandase, a quien por su respeto dejaría.

Advertido y medroso desto el castellano [44], trujo luego un libro donde asentaba la paja y cebada que daba a los arrieros [45], y con un cabo de vela que le traía un muchacho, y con las dos ya dichas doncellas, se vino adonde don Quijote estaba, al cual mandó hincar de rodillas [46]; y, leyendo en su manual [47], como que decía alguna devota oración, en mitad de la leyenda [48] alzó la mano y diole sobre el cuello un buen golpe, y tras él, con su mesma espada, un gentil espaldarazo [49], siempre murmurando entre dientes, como que rezaba. Hecho esto, mandó a una de aquellas damas [50] que le ciñese la espada [51], la cual lo hizo con mucha desenvoltura y discreción, porque no fue menester poca para no reventar de risa a cada punto de las ceremonias; pero las proezas que ya habían visto del novel caballero les tenía la risa a raya. Al ceñirle la espada dijo la buena señora:

—Dios haga a vuestra merced muy venturoso caballero y le dé ventura en lides [52].

Don Quijote le preguntó cómo se llamaba, porque él supiese de allí adelante a quién quedaba obligado por la merced recebida, porque pensaba darle alguna parte de la honra que alcanzase por el valor de su brazo [53]. Ella respondió con mucha humildad que se llamaba la Tolosa, y que era hija de un remendón natural de Toledo [54], que vivía a las tendillas de Sancho Bienaya [55], y que dondequiera que ella estuviese le serviría y le tendría por señor. Don Quijote le replicó que, por su amor, le hiciese merced que de allí adelante se pusiese don y se llamase «doña Tolosa» [56]. Ella se lo prometió, y la otra le calzó la espuela, con la cual le pasó casi el mismo coloquio que con la de la espada [57]. Preguntóle su nombre, y dijo que se llamaba la Molinera y que era hija de un honrado molinero de Antequera [58]; a la cual también rogó don Quijote que se pusiese don y se llamase «doña Molinera», ofreciéndole nuevos servicios y mercedes [59].

Hechas, pues, de galope y aprisa las hasta allí nunca vistas ceremonias [60], no vio la hora don Quijote de verse a caballo [61] y salir buscando las aventuras, y, ensillando luego a Rocinante, subió en él y, abrazando a su huésped, le dijo cosas tan estrañas, agradeciéndole la merced de haberle armado caballero, que no es posible acertar a referirlas. El ventero, por verle ya fuera de la venta, con no menos retóricas, aunque con más breves palabras, respondió a las suyas y, sin pedirle la costa de la posada, le dejó ir a la buen hora[<62].

Vocabulario del Capítulo 2 de "El Quijote"

 [1] ‘ejecutar lo que había pensado’.

[2] ‘la desconsideración que pensaba que infligía al mundo con su tardanza’.

[3] tuertos : ‘torcidos’ e ‘injusticias’.

[4] ‘corregir, enmendar para mejor’.

[5] ‘sin comunicársela a nadie’. La salida furtiva del caballero novel es habitual en los libros de caballerías.

[6] Primera referencia cronológica de las muchas que se encontrarán en el Q. (un poco más abajo se dice que es viernes). A partir de estos datos, se ha intentado establecer una cronología de la novela; sin embargo, las fechas son irreconciliables. La Primera parte del Q. empieza un viernes de julio, y termina un domingo de septiembre. La acción de la Segunda parte comienza solo un mes después del final de la primera, según se afirma en II, 1 (y allí 625, n. 2): sin embargo, se mencionan como inminentes las justas de San Jorge en Zaragoza (abril); además, la carta de Sancho a su mujer tiene como fecha el 20 de julio de 1614 (II, 36), pero DQ llegará a Barcelona (II, 62), al parecer, el día de San Juan (24 de junio). Lo que queda claro es que ambas partes del Q. transcurren en una especie de verano recurrente. Según las creencias de la época, el calor veraniego exacerbaba el humor colérico, y por consiguiente la locura de DQ (I, 1, n. 31).

[7] Las armas se enumeran más abajo en I, 2, 50.

[8] ‘metió el brazo por el asa de su escudo’; la adarga , como los demás escudos, se sujetaba al brazo izquierdo mediante una correa en forma de aro, llamada embrazadura.

[9] puerta falsa : ‘la que da a un callejón o al campo’; corral : ‘espacio cercado detrás de la casa, con distintas dependencias, incluida una huerta’, propio entonces de viviendas acomodadas.

[10] tomar armas : ‘combatir’.

[11] ‘lisas, sin empresa pintada’, que solo se ponía cuando el caballero se había hecho merecedor de ella por alguna proeza. La empresa pintada servía para que el caballero fuera conocido e incluso para darle nombre: DQ será primero «el de la Triste Figura», después «el de los Leones».

[12] ‘sin dibujo simbólico ni lema’./p>

[13] Solo los que habían sido armados caballeros podían armar a otros; Galaor fue armado caballero por su hermano Amadís en un encuentro casual.

[14] Se juega con el doble sentido ‘armas de caballero novel’ y ‘no manchadas’, dejándolas aun más limpias de lo que habían quedado en I, 1, 41.

[15] Como símbolo de blancura y pureza. Indirectamente, desvela la «condición y ejercicio» (I, 1, 35, n. 1) elegidos por el caballero: el armiño estaba también asociado a la nobleza.

[16] ‘se tranquilizó’.

[17] Es frecuente que el caballero se entregue al azar del caballo para lograr la aventura (I, 4, 67, n. 53). Caso similar y extremo es el episodio del barco encantado (II, 29), basado también en un motivo caballeresco.

[18] Los libros de caballerías se atribuyen con frecuencia a un sabio (‘mago’) que acompaña al protagonista; un poco más adelante será llamado sabio encantador . DQ, que se ve a sí mismo como héroe de libro, le dicta al sabio su historia empleando el estilo elevado.

[19] Apolo , dios de las artes y maestro de las Musas, personifica al sol: el comienzo se convierte en una invocación. Se establece también un paralelo entre la salida del sol para iluminar el mundo y la de DQ. C. recurre al tópico del amanecer mitológico (véase I, «Amadís...», p. 25, vv. 10-11), que en los cuentos épicos anunciaba el relato de los grandes y felices acontecimientos, con intención paródica. Véase también I, 43, 506, n. 37, y II, 20, 790, n. 1.

[20] ‘armoniosas’; originariamente significaba ‘cortadas’, ‘sin punta’, como la lengua del ruiseñor, según Aristóteles ( Historia de los animales , IX, XV, 616b). El epíteto, unido a lengua pájaro , abunda en la literatura española, hasta hacerse tópico.

[21] celoso marido : perífrasis por Titón, marido de la Aurora; las puertas y los balcones aparecen a menudo en las descripciones del amanecer mitológico (I, 13, 135, n. 1).

[22] ‘colchón’, generalmente relleno de plumas; la perífrasis procede de Petrarca.

[23] Comarca de la Mancha, entre Ciudad Real y Albacete; véase I, 1, n. 2; antiguo y conocido , en especial, por la referencia de un romance que localiza allí la muerte de Pedro I el Cruel.

[24] El arranque del discurso corresponde al que abre las peroratas de DQ en I, 11, 121, y 20, 208 y 219. La bendición del tiempo puede proceder de un soneto de Petrarca: «Benedetto sia ‘l giorno, e ‘l mese, e l’anno» (LXI, 1).

[25][25] ‘grabarse en láminas de bronce con cincel o buril’ (II, 1, 634, n. 70).

[26] Esta forma de invocación épica, frecuente en DQ (I, 3, 58; 19, 202; 25, 278; etc.), algunas veces con intención paródica, procede del Laberinto de Fortuna , 270b.

[27] ‘cronista’; muchos de los libros de caballerías se intitulan crónicas , y se presentan como historias.

[28] peregrina : ‘inusitada’ (I, 1, 44, n, 76); el adjetivo remite también al viaje iniciático, que más abajo se prolonga en caminos y carreras y en la estrella que le ha de servir de guía a DQ.

[29] ‘caminos carreteros o reales’, frente al que se anda solamente a pie o caballo.

[30] cautivo : ‘desdichado’; afincamiento : ‘porfía, obstinación’; fermosura : ‘hermosura’; plégaos : ‘complázcaos’; membraros : ‘acordaros’; sujeto : ‘vasallo, sometido’. Todo el pasaje está escrito en el arcaizante lenguaje caballeresco que C. pretende parodiar.

[31] El calor del sol es un elemento coadyuvante en la locura de DQ, a quien la sequedad del cerebro ha provocado la pérdida de juicio (I, 1, 39, n. 31).

[32] ‘cosa digna de mención’.

[33] ‘encontrarse inmediatamente’.

[34] avino : ‘sucedió’; Puerto Lápice : puerto de montaña y villa de la Mancha al noroeste de la actual provincia de Ciudad Real. Las dos aventuras, la del vizcaíno y la de los molinos, pertenecen a la segunda salida (I, 8); aquí se citan en orden inverso a como aparecen en el libro, y se omite el encuentro con Juan Haldudo (I, 4).

[35] Los anales o memorias de la Mancha volverán a aducirse en I, 52, 591; la diversidad de perspectivas aumenta la ilusión de verdad histórica y deja traslucir la ironía de C.

[36] majada : ‘lugar protegido donde se recoge de noche el ganado’; suele contar con una cabaña que sirva de refugio a los pastores.

[37] ‘posada en el campo, cerca del camino’.

[38] Referencia a la estrella de los Reyes Magos.

[39] ‘por casualidad’.

[40] ‘prostitutas’; los textos de la época y aun anteriores las distinguen de las rameras (I, 2, 54), pero no es claro el matiz que las diferencia.

[41]‘descansar entre dos días de viaje’.

[42] chapiteles : ‘tejadillos en forma de cono o pirámide que rematan las torres’.

[43] ‘foso’; en tiempos de C. puente era voz femenina.

[44] almenas : ‘cubos de piedra que coronan el muro de una fortificación’. En los libros de caballerías es un enano el que suele avisar de la llegada de los caballeros con un instrumento de viento. La idea se copió en momos y fiestas cortesanas.[45]">

[45] destraído , además de su sentido recto, denomina a la gente de mala vida, y en especial a las prostitutas (I, Pról., 12, n. 32). Más abajo, C., con un juego de palabras, llamará a estas mozas traídas y llevadas (52, n. 71).

[46] El sentido es equívoco: doncellas damas pueden ser eufemismos de ‘prostitutas’ y solazarse de ‘fornicar’.

[47] Popularmente, es costumbre y cortesía pedir perdón al oyente al pronunciar alguna palabra tabú; C. deforma irónicamente esta costumbre ( sin perdón ) y se burla del recato popular al escoger el malsonante puercos frente a otras opciones para nombrar los mismos animales.

[48]#145;con extraordinario contento’.

[49] coligiendo : ‘deduciendo’.

[50] visera : ‘pieza móvil del casco que protege la cara’; tenía unos agujeros o ranuras para ver y respirar. El papelón era una especie de cartón hecho con hojas de papel pegadas con engrudo.

[51] fuyan las vuestras : ‘huyan vuestras’; desaguisado : ‘injusticia, agravio’; ca : ‘pues’; altas doncellas : ‘nobles doncellas’; presencias : ‘aspecto, figura’. DQ imita la fabla caballeresca, utilizando vocabulario y estilo arcaicos, como en el parlamento siguiente (véase arriba, 48, n. 30).

[52] ‘acabó por picarse, amostazarse’.

[53] Bien parece: ‘Conviene’; mesura : ‘contención’; sandez : ‘tontería’; además : ‘por demás’, ‘en demasía’; os acuitedes : ‘os apenéis’; que el mío no es ál : ‘que mi voluntad no es otra’. Véanse arriba, 48, n. 30 y 50, n. 51.

[54] La diversidad de lenguaje de los personajes es una de las fuentes de malentendidos del Q. , que hoy suele considerarse como la primera novela ‘polifónica’ moderna (M. Bajtin).

[55] mal talle : ‘fea traza, aspecto ridículo’.

[56] En la fisiognomía y la teoría de los humores de la época, se asociaba la obesidad a la flema y al carácter pacífico, en oposición al carácter colérico del enjuto DQ.

[57] ‘dibujo desfigurado’, ‘monigote’ o ‘caricatura’.

[58] desiguales : ‘desparejas’, porque correspondían a dos modos de armarse, para cabalgar o combatir (I, 1, n. 50); brida : ‘estribos largos’; coselete : ‘coraza ligera que protege pecho y espalda’.[59]">

[59] no estuvo en nada : ‘le faltó muy poco’.

[60] ‘la combinación —y posible actuación— de aquel cúmulo de armas’.

[61] ‘excepto el lecho’.

[62] ‘gobernador militar de una fortaleza’; si tiene a su cargo un castillo, se le llama castellano ; esto permite el juego de palabras que surge un poco más abajo.

[63] Primeros dos versos de un romance viejo, entonces muy conocido y glosado; la respuesta del ventero parafrasea los dos versos siguientes: «mi cama las duras peñas, / mi dormir siempre velar».

[64] Significa tanto ‘hospedado’ como ‘hospedador’; aquí se emplea en la segunda de estas dos acepciones, mientras unas líneas más abajo C. lo utiliza en el sentido de ‘hospedado’ (I, 2, 52).

[65] C. juega con la expresión sano de Castilla , que significaba tanto ‘hombre honrado, sin malicia’ (por oposición a los andaluces, que tenían la fama contraria) como ‘ladrón disimulado’ en el lenguaje de germanía.

[66] En tiempos de C., punto de reunión de pícaros, indeseables y fugitivos de la justicia: véase I, 3, 55, y n. 10.

[67] maleante : ‘burlador’; estudiantado : ‘experimentado e impuesto en las malicias de los de su oficio, como si hubiera cursado estudios al propósito’.

[68] ‘que existía en el mundo’; pan : ‘comida en general’.

[69] peto espaldar gola eran piezas de la armadura que protegían el pecho y la espalda; juntas componían el coselete , citado arriba, 50, n. 58.

[70] La celada se sujetaba por medio de unas cintas que salían de una almohadilla sujeta en la parte anterior; véase I, 1, n. 48.

[71] traídas : ‘usadas’; en germanía, ‘prostitutas’. Se desarrolla, con mayor intensidad, el apelativo destraídas que se les había dado arriba, 49, n. 45.

[72] Versos iniciales del romance de Lanzarote, recitados con algunas variantes para adecuarlos a la ocasión: don Quijote Lanzarote su aldea Bretaña princesas dueñas .

[73]‘aunque no habría querido dar mi nombre’.

[74] ‘provecho, favor’, forma anticuada ya en la época. Se repite en I, 3, 54.

[75] ‘romance antiguo’, en oposición a los «romances nuevos» o «modernos y no vistos» que la generación encabezada por C. estaba escribiendo y publicando.

[76] Puede también entenderse ‘No estando las mozas hechas...’, con una construcción absoluta (oración de relativo, en vez de gerundio o participio) muy frecuente en el Q.

[77] ‘comería’, término ya arcaico en tiempos de C.

[78] ‘me vendría muy bien’; recuérdese que DQ no había desayunado.

[79] ‘Casualmente, por ventura’.

[80] Algunos críticos han creído que esta referencia cronológica —al día de abstinencia de carne— corresponde a una exacta fecha histórica (véase arriba, I, 2, 45, n. 6).

[81] Todos los nombres significan ‘pescado curado en sal’, ‘bacalao’: su variedad resalta la naturaleza indefinible del plato; truchuela es interpretado equivocadamente por DQ como diminutivo de trucha abadejo trucha son también designaciones de prostitutas: vieja y barata la primera, de calidad y joven la segunda.

[82] ‘me da igual, me es indiferente’.

[83] en sencillos : ‘en monedas de un real de valor’, frente a los reales de a dos, de a cuatro o de a ocho.

[84] El término tenía ya un sentido injurioso; C. está jugando con el valor semántico de las palabras ( ternera vaca cabrito cabrón ), lo que confiere a la escena un mayor efecto cómico.

[85] el gobierno : ‘el mantenimiento’.

[86] ‘le trajo el ventero’; trujo es forma etimológica de trajo .

[87][87] ‘mantenía puesta la celada y sostenía la visera con las manos’; DQ sostenía levantada la visera, pues no podía quitarse la celada, montada sobre un morrión con cartones que, al tirar de las cintas, podía romperse; por tanto tenía las dos manos ocupadas y le era imposible llevarse la comida a la boca con ellas.

[88][88] La forma de hacer beber a DQ recuerda el episodio de Lázaro de Tormes sorbiendo el vino con una paja, mencionado también en los versos preliminares del Q. (I, Prels., 30).

[89] ‘silbato compuesto de varias cañas de diferente tamaño’, también llamado capapuercas .

[90] ‘pan blanco hecho con harina del trigo de la mejor calidad’.

[91] ‘angustiaba’.